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Había una vez una cuncuna llamada Filomena que vivía en una plantación de tomates. Y, aunque en el mismo lugar vivían muchas cuncunas, ella casi no tenía amigos. Hablaba con su hermano Rigoberto que casi siempre la retaba. También hablaba con Augusta. Ella era una cuncuna que usaban sombreros de colores fuerte y con muchos adornos. Además, tenía una inmensa colección de zapatos que no podía usar porque no tenía pies.
Palabras clave
Edades
Especificaciones
ISBN: 9789562642347
Año de publicación: 2013
Ancho: 12 cm
Alto: 19 cm
Páginas: 60
Tipo de encuadernación: Papel / Tapa blanda
Editorial: SM
Autor: Gisela Hertling
Ilustraciones: Algunas ilustraciones
ilustrador: Isabel Hojas
Géneros literarios: Narrativo, Cuento infantil
Autor: Gisela Hertling
Año de publicación: 2013
Bueno
La cuncuna Filomena
Había una vez una cuncuna llamada Filomena que vivía en una plantación de tomates. Y, aunque en el mismo lugar vivían muchas cuncunas, ella casi no tenía amigos. Hablaba con su hermano Rigoberto que casi siempre la retaba. También hablaba con Augusta. Ella era una cuncuna que usaban sombreros de colores fuerte y con muchos adornos. Además, tenía una inmensa colección de zapatos que no podía usar porque no tenía pies.
Crítica:
Filomena se pregunta por la soledad del Sol y de la Luna, olvidando que debe alimentarse. Por eso, su hermano Rigoberto y su amiga Augusta le dicen que deje de preocuparse de aquellas cosas que escapan de su control y se ocupe de sí misma. Cuando Filomena se transforma en mariposa, decide viajar al cielo y preguntarle directamente el astro solar cómo se siente, aunque su respuesta la deja incluso más confundida. Este libro para primeros lectores aborda dos temáticas: por un lado, la metamorfosis de la cuncuna a mariposa, a través de un diálogo intertextual explícito con la canción “Una cuncuna” del grupo Mazapán; por otro lado, los misterios del universo, como los eclipses solares, acercando la ciencia astronómica a los lectores. Las ilustraciones, de bello colorido, acompañan adecuadamente la lectura. A pesar de la simpleza del argumento y de algunos problemas de continuidad, el relato invita a los niños a no sentir vergüenza por hacerse preguntas. Recomendado desde los 6 años.
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